bienestar emocional

Uno de los retos de las familias y los educadores es acompañar a los menores en la gestión de sus emociones para contribuir a su bienestar emocional y desarrollo personal. Para conseguirlo, y en el entorno de la escuela, los docentes pueden empezar por la alfabetización emocional, es decir, mostrar a sus alumnos cuáles son las emociones básicas y para qué sirven. 

Tal y como explica Manuel Güell en su libro ‘¿Tengo inteligencia emocional? (Editorial Paidós. Contextos): “Una emoción es una respuesta que da el cuerpo ante un estímulo determinado”. Se trata, por lo tanto, de una respuesta totalmente involuntaria y automática: “Una vez que el cuerpo ha recibido el estímulo, tiene que dar una respuesta. Lo que no podemos hacer es evitar que se dé una respuesta, pero sí regular y modificar la respuesta emocional que se genera ante el estímulo”.

Las emociones son involuntarias

Si tenemos en cuenta que las emociones surgen de forma involuntaria y automática, no tiene sentido decir el tipo de frases que se suelen escuchar tan a menudo en las aulas o en casa: “No llores”, “no te enfades”, “no tengas miedo”, “no te pongas triste”, etcétera, porque simplemente la persona que las siente no las puede evitar. Lo que sí podemos hacer con los menores es acompañarles en su emoción para que puedan regularlas de forma satisfactoria, y así contribuir a su bienestar emocional. Y para que la respuesta a la emoción predominante sea saludable, el primer paso es ayudarles a identificarlas (ponerles nombre). Solo siendo consciente de las emociones será posible expresarlas, aceptarlas y actuar en consecuencia.

Para ello, podemos hablar en clase de las seis emociones básicas, presentes en todos los seres humanos, independientemente de su raza y procedencia. Mayalén Marín, directora de ‘El parque de las emociones’, las agrupa en una bonita frase: TE AMAS. Es decir:

  • T: Tristeza
  • E: Enfado
  • A: Alegría
  • M: Miedo
  • A: Asco
  • S: Sorpresa

¡TE AMAS! 

De esas seis emociones básicas, derivan las múltiples emociones secundarias que podemos sentir fruto de las más diversas combinaciones. En este mapa mental se pueden ver con claridad algunas de ellas:

emociones y sentimientos

Con ayuda de este gráfico o mediante otro tipo de recursos, que comentaremos en futuros artículos, el docente puede iniciar la dinámica de comenzar la jornada preguntando a sus estudiantes cómo se sienten en ese momento. Después de identificar la emoción primaria que predomina (tristeza, alegría…), pueden fijarse en la afirmación que más se asemeja a lo que están sintiendo: “Me siento inseguro”, “me da corte”, “me aburro”, “me siento ilusionado”, “me siento molesto”. Sólo el hecho de poner nombre a su emoción y expresarlo les ayudará a mejorar su bienestar emocional.


Todas las emociones son válidas

A menudo se habla de emociones positivas (alegría, motivación, gratitud…) y negativas (miedo, inseguridad, disgusto…). Sin embargo, los expertos recomiendan huir de las connotaciones negativas de este tipo de clasificación ya que, por encima de todo, todas las emociones son útiles y cumplen una función: la supervivencia. De este modo, podríamos hablar de emociones agradables y desagradables. “Todas las emociones son válidas, no hay buenas o malas, las emociones son energía y la única energía que es negativa es la energía estancada. Si conocemos las emociones se convierten en nuestras aliadas, podemos entender lo que nos pasa y saber lo que necesitamos, y así, poder dárnoslo”, afirma Mayalén.

Como apunta Norberto Levy, en su libro ‘La sabiduría de las emociones’ (Editorial De Bolsillo), “solemos creer que las emociones son el problema. Que el miedo, el enojo, la culpa, etc., son los problemas que nos acosan. Y no es así. Se convierten en problemas cuando no sabemos cómo aprovechar la información que brindan, cuando nos ‘enredamos’ en ellas y nuestra ignorancia emocional las convierte en un problema más”.

¿Para qué sirve cada emoción?

Según el libro ‘Practica la Inteligencia Emocional Plena. Mindfulness para regular nuestras emociones’ (Editorial Kairós) las emociones cumplen con diversas funciones: 

  • Nos ayudan a transmitir cómo nos sentimos. Constituyen un medio no verbal bastante efectivo de comunicación.
  • Son clave para percibir nuestro entorno. Cada persona percibe el medio en función de sus intereses y formas particulares de interpretar el mundo; incluso un mismo individuo puede puede contemplar su entorno de manera distinta en días diferentes. 
  • Facilitan la interacción social. Una de las pruebas más claras se produce a través de la sonrisa. Sin duda, cuando una persona sonríe nos invita a mantener contacto con ella.
  • Sirven para regular el comportamiento de los demás, incitándoles a que respondan realizando las acciones que deseamos.
Recursos gratuitos emociones
(recursos descargables y gratuitos para identificar emociones)

Función de las emociones básicas

Nos detenemos ahora en cada una de las emociones básicas detallando su utilidad, según Natalia Ramos, creadora de PINEP (Programa de Inteligencia Emocional Plena), junto a Olivia Recondo y Héctor Enríquez:

  • Tristeza. Es la emoción que surge cuando percibimos pérdida, fracaso de una meta, pérdida de un objeto o persona. Función: favorece la introspección y fomenta la cultura de apoyo o altruista.
  • Enfado, ira. Alerta de que algo está obstaculizando nuestras metas. Función: nos protege o defiende cuando alguien de nuestro entorno está siendo amenazado.
  • Alegría. Facilita la interacción social. Función: pone de manifiesto que estamos alcanzando nuestras metas.
  • Miedo. Avisa de la existencia de un peligro o daño. Función: acción para dar una respuesta adecuada a la amenaza.
  • Asco. Produce asco la comida en mal estado, algún tipo de animal… Función: evitar intoxicarnos con los alimentos putrefactos o protegernos de la picadura o ataque de animales.
  • Sorpresa. Esta emoción surge cuando aparece algo inesperado (agradable o desagradable) y el organismo presta atención para detectar la fuente. Función: el cuerpo se prepara para la acción.